Cuando
volví de vacaciones me propuse totalmente en serio que este nuevo curso tenía
que intentar que mi sitio de trabajo
se concentrase en una sola dependencia de la casa, porque ahora mismo tengo
colonizados espacios en todas y cada una de las estancias. Y para poder
conseguir eso, necesitaba hacer una reorganización
total de varias de las habitaciones, que no os podéis imaginar la de cosas
que he ido acumulando en este tiempo que llevo con esto.
Así
que ahora mismo me encuentro inmersa en pleno proceso de cambio. Esto es como una mini mudanza, ya que he
desalojado la futura habitación Día tras Día para dejarla vacía para poder
pintar y darle un lavado de cara.
En
este proceso de vaciado de la habitación, han ido saliendo miles de cosas.
Muchas de ellas, han ido al contenedor directamente, otras irán a ocupar otro
lugar en la casa y otras tendrán que organizarse bien organizadas dentro de la
habitación.
Pero
entre todas estas cosas han salido algunas que me han hecho viajar en le tiempo
muchos años atrás. Algunas, a mi niñez
más lejana, en forma de fichas del colegio. Otras, a mi época de estudiante universitaria, en forma de
fotos, apuntes y libros. Y las que os quiero enseñar hoy, que me transportaron
a mi adolescencia, cuando desarrollé
principalmente mi vena pictórica que ahora he recuperado, aunque de forma un
poco diferente.
Encontré
un álbum con fotos que hice hace ya
muchos años a algunos de los cuadros
que pinté en mi etapa entre los 11 y los 17 años, años en los que asistía a
clases de pintura y pude desarrollar mi parte más creativa.
Y
me hacía ilusión enseñaros algunos de ellos.
Estos
son los más antiguos de los que
tengo en fotos:
Y
estos fueron un poco más recientes,
aunque todos ellos anteriores al año 2005, que fue cuando pinté mi último
cuadro:
Besos
y hasta la próxima entrada.
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