…pero
no es así y, al igual que para todo el mundo, mis días tienen 24 horas, ni una más ni una menos.
Hoy
comienzo mi entrada del blog de esta manera porque me ocurrió ayer algo que me ha hecho plantearme escribir hoy sobre
este tema.
Habréis
podido ver, los que más o menos me seguís por aquí, que durante la última
semana no había aparecido por estos lares para contaros nada. Desde que volví
de las vacaciones de verano, me había propuesto llevar el blog al día con 3 entradas semanales, y salvo la
excepción de alguna semana en la que me ha resultado imposible hacerlo, he ido
cumpliendo mi propósito de escribir y contaros las cosas que iba haciendo.
Pero
llevo este último mes y medio
realmente entretenida con pedidos varios que hacen que mi tiempo para poderme
dedicar al blog y a las redes sociales se haya visto reducido.
Desde
que comencé a introducirme en esto del mundo artesano, siempre me ha gustado
que todo lo que le rodea sea algo agradable
y lleno de buen rollo. Y desde el comienzo siempre he tratado de mantener
un trato amable y cercano con todas
las personas que se han dirigido a mí. En todo momento he dado respuesta a
aquellas personas que me han escrito para hacerme algún pedido, a todas
aquellas que me escriben para consultarme cosas acerca de mi trabajo, incluso a
aquellas que me han pedido ayuda para distintas cosas que me han planteado.
He
de decir que en el sentido inverso, es decir, de parte de los seguidores hacia mí,
siempre he recibido una respuesta positiva
y que es lo que me hace seguir adelante y pensar que lo que hago merece la
pena.
Pero
sin embargo se encuentra una algunas
piedras por el camino que son las que te hacen daño y te hacen pensar que
igual que hay gente genial por el mundo, también las hay que no se merecen que
hayas dedicado parte de tu tiempo en responderles.
Y
como comenzaba diciendo, mis días se me
hacen cortos para todo lo que quisiera poder hacer, pero tengo sólo dos
manos y una vida para llevar a cabo lo que me gustaría.
Y
es que son muchas las cosas que implica esto de convertirse en artesana. Ya se
que lo que os voy a contar lo hacen miles y
miles de artesanas todos los días, no voy a venir yo ahora a colgarme
ninguna medalla, porque no creo que tenga ningún mérito especial lo que hago. Pero creo que no
está de más recordarlo.
Detrás
de Día tras Día se esconde una única persona, yo, que soy la que
me encargo de estar todo el día dándole
vueltas al coco para pensar nuevos modelos y opciones o de intentar darle forma a todo lo que me planteáis,
que yo hago encantada de la vida. Soy la que compra y busca el material necesario para mis creaciones. Por
supuesto, soy yo quien elabora todas y
cada una de las cosas que os enseño por aquí, echando todas las horas que
cada trabajo requiere en cuanto a pintura, costura y otro tipo de labores se
refiere para que queden lo mejor posible y llegue a vuestras manos un artículo
único realizado con todo el cariño del mundo. Y he de deciros que soy muy
exigente conmigo misma y soy incapaz de hacer las cosas rápidas para terminar
pronto. Mi reloj es como si se parase cada vez que tengo algo entre manos y no
soy consciente del tiempo que le he dedicado hasta que no lo he terminado de
hacer.
Pero
además de esto, yo soy quien fotografía
todos los artículos para poder enseñarlos tanto por aquí como en mi página
de Facebook. Quien después selecciona y
retoca las fotos para que queden tal como las veis aquí. Parecerá una
tontería, pero os aseguro que lleva un tiempo importante.
Me
encargo de empaquetar los pedidos
para que los recibáis en casa lo mejor posible. En cada pedido me preocupo de
incluiros una pequeña nota de
agradecimiento escrita de puño y letra, ya que me parece que quien compra
artesanía y ha tenido el detalle de confiar en mi, se merece que le demuestre
que esto no es algo que se haga en serie, sino que se note que detrás de todo
esto hay una persona que te agradece esa confianza.
Por
suerte, la labor de llevar los paquetes a Correos se la he asignado a mi
marido, que es quien se encarga de estar todo el día para arriba y para abajo y
así me evita tener que ser yo quien sea la que lo haga.
Por
supuesto, intento llevar al día tanto el
blog como mi página de Facebook de forma decente, no de cualquier manera.
Me gusta tener ese trato cercano con los seguidores, porque me dan vida. Y como
todo, esto también requiere su tiempo de dedicación.
¿Qué
mas cosas hago? Pues otro capítulo importante es el de responder a todos vuestros correos y mensajes privados cuando os
ponéis en contacto para realizarme un pedido. Todos y cada unos de esos correos
y mensaje son respondidos y os puedo asegurar que no con una palabra ni dos. Me
gusta detallarlo todo al milímetro (debe ser deformación profesional) para que todo
quede claro desde el principio. Y normalmente cuando un pedido se hace
efectivo, hasta concretar lo que finalmente va a hacerse, ha habido de por
medio varios correos entre las partes.
Además,
soy mi propia contable, teniendo que
dedicar otra parte de mi tiempo a llevar al día mis cuentas, con sus ingresos y
sus gastos. Porque no olvidemos que a fin de cuentas, esto lo hago con mucho
gusto y disfrutando al máximo, pero no hemos de olvidar que yo, como todo el
mundo, tengo que pagar facturas y tengo la mala costumbre de comer todos los
días. Qué le vamos a hacer…
Y
aunque lo he dejado para el final, debo decir que es lo más importante: tengo una familia, con mi marido y mis
hijos, a los que dedico muchísimo menos tiempo del que me gustaría dedicarles.
Como
dice mi marido, con mucha guasa, tengo
horario de funcionaria, trabajo de 8’00 a 3’00. Pero a 3’00 de la madrugada
;-). Esto tampoco es del todo real, aunque en más de una ocasión si que he
tenido que quedarme hasta bien tarde por la noche para poder terminar alguna
cosilla que tenía que entregarse en un día determinado. Pero si es cierto que con
esto ocupo casi todo el día, incluso fines de semana y días de vacaciones. Bien
sabe quien me conoce que cada verano cuando me desplazo al lugar de veraneo lo
hago cargada de mis camisetas, fieltros, telas y mil cosas más para poder
seguir atendiendo a todo el que se ponga en contacto conmigo.
Y
desde aquí me gustaría hacer un pequeño
homenaje a tantas y tantas artesanas que están igual o peor que yo todos los
días del año y que mejor que nadie entenderán todo este rollo que os he
comtado. Y me consta que, de vez en cuando, tienen también la mala suerte de
encontrarse su particular piedra en el camino.
La
razón de contaros esto es que ayer recibí un mensaje que me hizo reflexionar
sobre el tema, en el que alguien me echaba en cara que no le hubiese dado
respuesta a una pregunta que me hizo. La consulta era para que le explicase una
duda que tenía sobre un patrón de crochet que yo había comprado a una artesana
y del que le había surgido una duda en un determinado momento y se había
quedado estancada y no podía seguir. Yo le respondí amablemente diciéndole que
en cuanto encontrase un hueco lo intentaría mirar, aunque pienso que no tenía
ninguna obligación de hacerlo, ya que el patrón ni siquiera era mío. Pero aún
así le dije que lo intentaría. Tuvo la “puntería” de preguntarme justamente
cuando acababa de recibir un pedido grande y desde entonces no he parado de
hacer cosas, por lo que he tenido que emplear mi tiempo en las cosas que
estaban en primer lugar en mi orden de prioridades.
Ayer
me escribió nuevamente diciéndome que le había defraudado y que por mi culpa
tenía todo empantanado sin poder terminar su labor. Siento mucho que mis días sean sólo de 24 horas… Si alguien
descubre la forma de alargarlos y de ampliarles horas, que me lo comente ;-)
Hoy
me he extendido más de la cuenta, pero creo necesitaba aclarar que cuando no
hago determinadas cosas, es porque realmente
no me ha sido posible, no porque no quiera atenderos.
Besos
y hasta la próxima entrada.