miércoles, 9 de abril de 2014

OJALÁ MIS DÍAS TUVIERAN 48 HORAS…

…pero no es así y, al igual que para todo el mundo, mis días tienen 24 horas, ni una más ni una menos.

Hoy comienzo mi entrada del blog de esta manera porque me ocurrió ayer algo que me ha hecho plantearme escribir hoy sobre este tema.

Habréis podido ver, los que más o menos me seguís por aquí, que durante la última semana no había aparecido por estos lares para contaros nada. Desde que volví de las vacaciones de verano, me había propuesto llevar el blog al día con 3 entradas semanales, y salvo la excepción de alguna semana en la que me ha resultado imposible hacerlo, he ido cumpliendo mi propósito de escribir y contaros las cosas que iba haciendo.

Pero llevo este último mes y medio realmente entretenida con pedidos varios que hacen que mi tiempo para poderme dedicar al blog y a las redes sociales se haya visto reducido.

Desde que comencé a introducirme en esto del mundo artesano, siempre me ha gustado que todo lo que le rodea sea algo agradable y lleno de buen rollo. Y desde el comienzo siempre he tratado de mantener un trato amable y cercano con todas las personas que se han dirigido a mí. En todo momento he dado respuesta a aquellas personas que me han escrito para hacerme algún pedido, a todas aquellas que me escriben para consultarme cosas acerca de mi trabajo, incluso a aquellas que me han pedido ayuda para distintas cosas que me han planteado.

He de decir que en el sentido inverso, es decir, de parte de los seguidores hacia mí, siempre he recibido una respuesta positiva y que es lo que me hace seguir adelante y pensar que lo que hago merece la pena.

Pero sin embargo se encuentra una algunas piedras por el camino que son las que te hacen daño y te hacen pensar que igual que hay gente genial por el mundo, también las hay que no se merecen que hayas dedicado parte de tu tiempo en responderles.

Y como comenzaba diciendo, mis días se me hacen cortos para todo lo que quisiera poder hacer, pero tengo sólo dos manos y una vida para llevar a cabo lo que me gustaría.

Y es que son muchas las cosas que implica esto de convertirse en artesana. Ya se que lo que os voy a contar lo hacen miles y  miles de artesanas todos los días, no voy a venir yo ahora a colgarme ninguna medalla, porque no creo que tenga ningún  mérito especial lo que hago. Pero creo que no está de más recordarlo.

Detrás de Día tras Día se esconde una única persona, yo, que soy la que me encargo de estar todo el día dándole vueltas al coco para pensar nuevos modelos y opciones o de intentar darle forma a todo lo que me planteáis, que yo hago encantada de la vida. Soy la que compra y busca el material necesario para mis creaciones. Por supuesto, soy yo quien elabora todas y cada una de las cosas que os enseño por aquí, echando todas las horas que cada trabajo requiere en cuanto a pintura, costura y otro tipo de labores se refiere para que queden lo mejor posible y llegue a vuestras manos un artículo único realizado con todo el cariño del mundo. Y he de deciros que soy muy exigente conmigo misma y soy incapaz de hacer las cosas rápidas para terminar pronto. Mi reloj es como si se parase cada vez que tengo algo entre manos y no soy consciente del tiempo que le he dedicado hasta que no lo he terminado de hacer.

Pero además de esto, yo soy quien fotografía todos los artículos para poder enseñarlos tanto por aquí como en mi página de Facebook. Quien después selecciona y retoca las fotos para que queden tal como las veis aquí. Parecerá una tontería, pero os aseguro que lleva un tiempo importante.

Me encargo de empaquetar los pedidos para que los recibáis en casa lo mejor posible. En cada pedido me preocupo de incluiros una pequeña nota de agradecimiento escrita de puño y letra, ya que me parece que quien compra artesanía y ha tenido el detalle de confiar en mi, se merece que le demuestre que esto no es algo que se haga en serie, sino que se note que detrás de todo esto hay una persona que te agradece esa confianza.

Por suerte, la labor de llevar los paquetes a Correos se la he asignado a mi marido, que es quien se encarga de estar todo el día para arriba y para abajo y así me evita tener que ser yo quien sea la que lo haga.

Por supuesto, intento llevar al día tanto el blog como mi página de Facebook de forma decente, no de cualquier manera. Me gusta tener ese trato cercano con los seguidores, porque me dan vida. Y como todo, esto también requiere su tiempo de dedicación.

¿Qué mas cosas hago? Pues otro capítulo importante es el de responder a todos vuestros correos y mensajes privados cuando os ponéis en contacto para realizarme un pedido. Todos y cada unos de esos correos y mensaje son respondidos y os puedo asegurar que no con una palabra ni dos. Me gusta detallarlo todo al milímetro (debe ser deformación profesional) para que todo quede claro desde el principio. Y normalmente cuando un pedido se hace efectivo, hasta concretar lo que finalmente va a hacerse, ha habido de por medio varios correos entre las partes.

Además, soy mi propia contable, teniendo que dedicar otra parte de mi tiempo a llevar al día mis cuentas, con sus ingresos y sus gastos. Porque no olvidemos que a fin de cuentas, esto lo hago con mucho gusto y disfrutando al máximo, pero no hemos de olvidar que yo, como todo el mundo, tengo que pagar facturas y tengo la mala costumbre de comer todos los días. Qué le vamos a hacer…

Y aunque lo he dejado para el final, debo decir que es lo más importante: tengo una familia, con mi marido y mis hijos, a los que dedico muchísimo menos tiempo del que me gustaría dedicarles.

Como dice mi marido, con mucha guasa, tengo horario de funcionaria, trabajo de 8’00 a 3’00. Pero a 3’00 de la madrugada ;-). Esto tampoco es del todo real, aunque en más de una ocasión si que he tenido que quedarme hasta bien tarde por la noche para poder terminar alguna cosilla que tenía que entregarse en un día determinado. Pero si es cierto que con esto ocupo casi todo el día, incluso fines de semana y días de vacaciones. Bien sabe quien me conoce que cada verano cuando me desplazo al lugar de veraneo lo hago cargada de mis camisetas, fieltros, telas y mil cosas más para poder seguir atendiendo a todo el que se ponga en contacto conmigo.

Y desde aquí me gustaría hacer un pequeño homenaje a tantas y tantas artesanas que están igual o peor que yo todos los días del año y que mejor que nadie entenderán todo este rollo que os he comtado. Y me consta que, de vez en cuando, tienen también la mala suerte de encontrarse su particular piedra en el camino.

La razón de contaros esto es que ayer recibí un mensaje que me hizo reflexionar sobre el tema, en el que alguien me echaba en cara que no le hubiese dado respuesta a una pregunta que me hizo. La consulta era para que le explicase una duda que tenía sobre un patrón de crochet que yo había comprado a una artesana y del que le había surgido una duda en un determinado momento y se había quedado estancada y no podía seguir. Yo le respondí amablemente diciéndole que en cuanto encontrase un hueco lo intentaría mirar, aunque pienso que no tenía ninguna obligación de hacerlo, ya que el patrón ni siquiera era mío. Pero aún así le dije que lo intentaría. Tuvo la “puntería” de preguntarme justamente cuando acababa de recibir un pedido grande y desde entonces no he parado de hacer cosas, por lo que he tenido que emplear mi tiempo en las cosas que estaban en primer lugar en mi orden de prioridades.

Ayer me escribió nuevamente diciéndome que le había defraudado y que por mi culpa tenía todo empantanado sin poder terminar su labor. Siento mucho que mis días sean sólo de 24 horas… Si alguien descubre la forma de alargarlos y de ampliarles horas, que me lo comente ;-)

Hoy me he extendido más de la cuenta, pero creo necesitaba aclarar que cuando no hago determinadas cosas, es porque realmente no me ha sido posible, no porque no quiera atenderos.

Besos y hasta la próxima entrada.