Que
soy un poco culo inquieto y me gusta
aprender a hacer mil cosas creo que
ya se puede intuir a partir del contenido de mi blog, en el que, aunque las camisetas sean el producto estrella y
lo que más hago y me suelen pedir (o me suelen pedir y por eso las hago, es
como la pescadilla que se muerde la cola…), son solamente una parte de las
muchas cosas que me gusta hacer.
De
toda la vida me ha gustado ir aprendiendo
diferentes técnicas: cada vez que veía algo que me gustaba, intentaba ver si era capaz de hacerlo yo misma. Y casi siempre
he ido haciéndolo de forma autodidacta.
Así ya en alguna ocasión os he contado que, sin tener idea de crochet, he ido
aprendiendo poco a poco la técnica viendo vídeos en internet. ¿Qué sería de mí y
de todos nosotros sin las facilidades y posibilidades que nos proporciona hoy
día la red? Supongo que ya me habría buscado la forma de aprender por otras
vías, pero esta es mucho más sencilla, ¿verdad?
Bueno,
a lo que iba, que empiezo a hablar y no paro… Todo esto que os he contado viene
a colación por lo que os voy a enseñar que he estado haciendo estos últimos
días, aprovechando que en verano, una vez que pasa la vorágine de los pedidos
de fin de curso, está la cosa más calmada en cuestión de trabajo. Eso está
bien, ya que me permite poder descansar
un poco después del palizón de los últimos meses y, al mismo tiempo, puedo dedicarme a hacer las cosas que me gustaría
hacer a lo largo del año y que no puedo permitirme hacer por falta de
tiempo.
Así
que, como durante varios meses he tenido un poco abandonado el crochet, me fui a pasar unos días a la
playa y me llevé en la maleta mis agujas de crochet y unos buenos ovillos de
hilos distintos para poder hacer realidad algunos proyectos que tenía en mente.
Hace
ya mucho tiempo que me quedé enamorada de una técnica de crochet con la que se
realizan unas mochilas denominadas Wayuu.
Son las típicas mochilas llenas de colorido y formas geométricas propias de la artesanía colombiana.
Para que sepáis de qué os hablo, os dejo alguna foto de ejemplos que se pueden encontrar simplemente haciendo una búsqueda rápida por internet:
¿Verdad que atrae el colorido que tienen y sus diseños espectaculares? Por eso me
propuse que algún día tenía que aprender a hacer algo similar. Y lo tenía en la
lista de tareas de las cosas que pensaba aprovechar para hacer este verano. Ya
estuve buscando ideas y algún vídeo donde explicaban cómo se hacían. Pero quiso
la casualidad que una página de la que soy seguidora desde hace algún tiempo, Lanas y Ovillos (os la recomiendo si
queréis aprender a tejer) plantease un CAL
(iniciales de Crochet ALong o algo
así como “crocheteemos juntas”) para hacer una mochila estilo Wayuu. No os podéis imaginar lo contenta que me
puse, porque los vídeos de Alba, la
chica que se esconde detrás de Lanas y Ovillos, son realmente sencillos de
seguir.
Así
que me uní al reto de tejer mi propia
mochila y aquí os enseño cómo ha quedado:
Para
ser la primera vez que hago algo empleando esta técnica, puedo considerarme más
que satisfecha con el resultado. Se que el diseño es muchísimo más sencillo que los de las mochilas que os he enseñado arriba y que además la mía tiene algunos fallitos de principiante, pero eso es
algo que ya se irá mejorando con la práctica (eso suponiendo que en algún otro momento
consiga encontrar tiempo para poder hacer alguna más, porque horas de trabajo
lleva unas buenas pocas…)
Y
como tenía previsto hacerla en estas fechas, desde que la comencé ya la hice
con la idea de que se convirtiera en el regalo
de cumpleaños para mi hermana, aunque se la haya entregado con algunas
semanas de retraso. Yo se que ella, que también se dedica a la artesanía, valora estos trabajos, así que por eso
me gusta siempre hacerle regalos de este tipo.
¿Os
ha gustado? Pues si os animáis a haceros la vuestra, pinchad aquí y podréis ver las fantásticas explicaciones de Lanas y
Ovillos ;-)
Besos
y hasta la próxima entrada.
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