Normalmente
en las entradas suelo enseñaros las cosas que voy haciendo una vez que están ya terminadas y en manos de sus dueños.
Hoy,
sin embargo, me gustaría enseñaros cómo es el paso a paso de una de las cosas con las que he estado entretenida
últimamente. Os voy a mostrar cómo es el proceso
de creación de los recordatorios personalizados que hago de Primera
Comunión. Viéndolos una vez ya terminados, a lo mejor no se aprecia todo el trabajo
que llevan detrás. Por eso he aprovechado para ir haciendo fotos de todo el proceso con uno de los últimos recordatorios
que he hecho en estos días pasados. Espero que os guste ver un poco cómo son
las “tripas”
de este trabajo, desde el comienzo hasta tener el producto ya terminado ;-)
En
primer lugar, para hacer el recordatorio personalizado, lo primero que necesito
es tener fotos de los protagonistas
del recordatorio y del vestido que van a llevar en su gran día.
Os voy a enseñar en este proceso los dibujos que realicé para preparar el recordatorio de Paula, que ha hecho este pasado fin de semana la Primera Comunión.
A
partir de las fotos, realizo un dibujo
del niño o niña a lápiz en el que intento reflejar sus rasgos más
característicos.
Este
es el comienzo de la historia, con el dibujo
a lápiz a partir de las fotos:
El
siguiente paso es ya comenzar con el
color. En esta fase he de reconocer que es en la que más disfruto. Sobre todo, me gusta recrearme en la
realización del pelo. La verdad es
que puedo estar más de media hora para dar color al pelo, ya que empiezo por un
color base al que voy aplicando varias capas de color de diferentes tonalidades
para intentar que sea lo más real posible:
Una
vez que el pelo y la cara están listos, le toca el turno al vestido. Aunque parezca que, por ser
blanco el vestido en el caso de las niñas, eso tiene poco que colorear, no os
creáis: hay que intentar conseguir el volumen en la falda a base de dar varias
capas de sombras en distintos tonos para poder conseguir ese efecto.
Aquí
podéis ver el dibujo terminado:
Y
así es como queda ya definitivamente el dibujo, preparado para poder ser empleado en el
montaje del recordatorio:
A
partir de ahora, el resto del trabajo ya deja de ser puramente manual para
entrar en la fase un poco más tecnológica, ya que el montaje del mismo lo hago
con el ordenador.
Así
queda ya montado el recordatorio,
siguiendo las preferencias de quien me lo ha encargado, que previamente ha
elegido el tipo de fondo que quiere que lleve, tanto en la parte superior como
inferior del mismo, el tipo de letra y el texto que debe aparecer:
Y
una vez terminado el montaje, ya sólo queda enviar el resultado a la imprenta para que todos estos pasos que
hemos ido dando se transformen en algo tangible y que pueda ser entregado a
todos aquellos que acompañarán al protagonista de este día tan importante:
¿Os
ha gustado el resultado final? ¿Y el proceso? ¿Pensábais que esto llevaba menos
trabajo? ¿O por el contrario pensábais que era algo más trabajoso de hacer?
Lo
cierto es que hacer un trabajo personalizado
requiere un esfuerzo mucho mayor que el que lleva repetir el modelo que ya ha
elegido otro con anterioridad. Pero estoy convencida de que a los niños les
hace una enorme ilusión verse reflejados
a si mismos en estos pequeños regalos y que se sienten, como no podía ser
de otra forma, protagonistas absolutos de su celebración.
Besos
y hasta la próxima entrada.
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