En
estos días en los que nos encontramos bien
resguardados en casa, estoy aprovechando para hacer algunas de esas cosas
que yo tenía anotadas como “antojos”. Es decir, cosas que en
principio no es que necesitase tenerlas, pero que me habían llamado la atención
en algún momento por su estética o
por tratarse de elementos en los que se empleaba alguna técnica distinta de las que acostumbro a trabajar.
Y
uno de estos antojos eran unas caracolas
marinas que había visto por la red hace tiempo. Me parecieron realmente
vistosos cuando los descubrí por primera vez y pensé que debían estar hechos
con una técnica complicada. Pero
nunca había investigado sobre ellas.
Así
que hace algunas semanas se me ocurrió la idea de intentar hacerlas. Busqué tutoriales por aquí y por allá y
finalmente conseguí hacer una de ellas.
Empleé
algunas madejas de trapillo ligero
que tenía en casa, de los que había comprado en alguna ocasión con idea de
tejer algún bolso, pero que nunca llegaron a convertirse en nada, y he de decir
que me ha encantado transformar estas madejas en la caracola que os enseño a continuación:
Pero
mientras buscaba información de estas caracolas, descubrí que también existían
versiones parecidas de una amonita y, como podréis comprender, no he podido evitar hacer este otro modelo.
Si es que no tengo remedio…
Para
hacer este otro modelo, no sabía si con el trapillo que me había quedado
tendría suficiente para poder tejerlo completo, así que decidí no arriesgarme a
que se quedara a medias y la amonita la he tejido con un hilo grueso que tenía también en mi caja de hilos y al que nunca
llegué a encontrar aplicación.
Pues
este ha sido el resultado final:
Y no podía faltar la foto de conjunto, con las dos caracolas juntas:
¿Qué
os parece cómo han quedado estos dos elementos marinos? Ya que lo de visitar el mar parece que todavía puede
quedarme un poco lejano, he optado
por traerme el mar a casa. No es lo mismo, pero al menos me alegra la vista ;-)
Besos
y hasta la próxima entrada.
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